GRANS col·laboradors

Les de Llegeixes o què?! sabem perfectament que no tenim NIVELL, però això mai no ens ha preocupat en excés. Inconsciència? Podríem dir que sí, però el que realment ens salva és que, a vegades, comptem amb la col·laboració de persones que, no només ens llegeixen sinó que fins i tot escriuen per al nostre bloc (i en més d’una ocasió, visca!).

Arribat aquest punt, les de Llegeixes o què?! us convidem a llegir la crònica del nostre col·laborador –especial i DE NIVELL– de Chair de ma chair, del Theather Meschugge, un espectacle de titelles per a adults que es va poder veure al Teatro Juan Bravo de Segovia, dins del Titirimundi 2007, els dies 14 i 15 de maig.

Salut i bona lectura!


TITIRIMUNDI, UN SOPLO DE AIRE FRESCO
Ya llevamos unas cuantas ediciones, hasta 21, del festival. Pero siempre nos sorprende. Este año, por ejemplo, con el espectáculo Chair de ma chair, del Theather Meschugge. Se trata de una compañía alemana, dirigida por Ilka Schönmbein, y compuesta por otras seis personas, además de ella. Si meschugge significa loco, ellos dicen estarlo un poco. Se han dedicado, durante años, a patearse los caminos, a actuar con unos espectáculos de puro teatro, donde no se hacen distinciones entre marionetas y personas. Danza, texto, títeres; palabra, gesto, sentimiento. Todo está unido en su espectáculo. Basado en un cuento de Aglaja Veteranyi (Pourquoi l'enfant cuisait dans la polenta), se nos plantea un juego macabro, en el que una mujer recuerda su infancia, a su madre, rígida para con los otros, consentidora en diversos grados consigo misma, a su violento padre. Un circo, una acróbata, una mujer adúltera, un marido celoso, un accidente, y, de fondo, siempre la voz de la hija, en un alemán ronco, traducido por otro personaje, equívoco: ¿ángel, conciencia? Hay una mujer cocinando la polenta; el olor se va expandiendo por el teatro, y la mente reacciona: ¿se está cociendo el niño? ¿No vamos a poder salvarlo? Parece que hueles su cuerpo quemado; nos da la impresión de oír los gritos, desesperados, del niño que no sabía dónde se metía. Y, por encima de todo, Ilka, la niña, la mujer, mitad persona y mitad marioneta. Se cubre con la careta de la infante, deformada, loca, violada. Se retuerce en el escenario, debatiéndose entre el dolor y el placer más deliciosamente obsceno. La imagen es impactante: a media luz, un cuerpo va arrastrando a otro, entre estertores, se diría, en el delicado espacio que divide muerte y vida. “Pasamos más tiempo muertos que vivos”. “En el cielo, hay que convencer a Dios de que es mejor estar muertos, porque, si no, te apaga el cerebro”. Y, claro, entonces, con el cerebro en off, ¿qué hacemos durante toda la eternidad? La palabra, el gesto, el retorcimiento, la dislocación de la existencia, el horror y la vida, el horror que es vida, Artaud y Beckett, y Ionesco, y Valle, y todos los que en el mundo han sido: desheredados, rotos, malheridos, fracasados, humillados, olvidados. Todos estamos allí. Todos somos parte del espectáculo. Carne de nuestra carne. Teatro.

[El post d’avui el dediquem a la titellaire Mariona Masgrau]

Il·lustra el post una imatge de l'espectacle en qüestió

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